formas de explotación del hombre por el hombre, la superación de la sociedad clasista
con todas las injusticias que genera. Cuando se obra única y exclusivamente bajo esa
motivación sólo hay una razón que podría provocar la desaparición de las organizacio-
nes co
m
unistas, y esa razón sería la llegada
,
plena e irreversible
,
a la sociedad
comunista
. C
uando se tiene como imperativo de la militancia comunista el luchar contra
la injusticia y la opresión, no pueden afectarnos los fracasos sino todo lo contrario. La
victoria del capitalismo y del imperialismo en la «guerra fría», la prepotencia de los
explotadores en todo el mundo, la situación desesperada de las fuerzas revolucionarias
a escala mundial, sólo pueden servirnos de acicate en nuestra lucha.
Pero si se tienen otros objetivos, la cosa es diferente. En nuestra lucha de
transformación de la sociedad debemos aprovechar todo lo que pueda sernos útil. El
poder político puede ser un instrumento para cumplir nuestros objetivos, pero la
conquista y conservación del poder no es un objetivo por sí mismo sino un instrumento
para alcanzar nuestros verdaderos objetivos. Por otra parte, no siempre el poder es un
remedio infalible para cumplir nuestras tareas; los comunistas soviéticos detentaron
todos los poderes durante siete décadas y nos les sirvió de mucho para lograr una
verdadera transformación de la sociedad. En cambio, en otras ocasiones se puede hacer
algo eficaz en ese terreno de la transformación progresista de la sociedad sin necesidad
de detentar el poder, e incluso desde una situación de persecución e ilegalidad; sirva de
ejemplo el caso de nuestro partido durante la época franquista.
Desde hace veinte años la enfermedad que corroe nuestra organización comunista es la
ambición de alcanzar unas metas que se miden en términos de éxito electoral.
Soportamos mal los fracasos en las elecciones, damos prioridad a la actividad en las
instituciones, urgimos el cese de los líderes que no susciten apoyo popular y
promocionamos a los que les suponemos carisma, impulsamos virajes ideológicos
buscando dotarnos artificialmente de una «nueva imagen», ansiamos controlar la
sociedad en vez de proceder a su transformación.
Es preciso que nos hagamos a la idea de que puede no haber en un futuro próximo
ningún «sorpasso», de que puede pasar muchísimo tiempo antes de que los comunistas
obtengan en nuestro país éxitos electorales como los que actualmente gozan, en sus
respectivos ámbitos, el P.S.O.E., el P.P., el P.N.V. o Convergencia y Unio. No hemos
de desesperarnos por el hecho de que no obtengamos una cosecha cuando nos
encontramos aún en la época de la siembra. El Cristianismo tardó más de trescientos
años en llegar a ser dominante en el Imperio Romano. El Comunismo es totalmente
capaz de llegar a implantarse en todo el mundo porque responde a una profunda
aspiración humana de justicia y paz. Pero el proceso de maduración de las condiciones
históricas que hagan posible nuestra victoria final y total requerirán mucho tiempo.
Durante ese tiempo hemos de dedicar nuestra actividad y nuestros afanes no sólo, ni
principalmente, a la conquista y el ejercicio del poder institucional, sino también, y
sobre todo, al trabajo en todos los frentes sociales en los que se pueda hacer algo
concreto en orden a la transformación social. Los frentes en los que se puede y se debe
luchar son más numerosos y más complicados de lo que podemos suponer, y la lucha y
la actividad necesarias pueden ser mucho más complejas de lo que podemos imaginar.
Que durante los próximos veinte años sepamos aplicarnos a esas tareas con más
paciencia, más disciplina y más sabiduría que en los veinte años pasados.